Todo castillo necesita un guardián y, ¡en el mundo digital no iba a ser menos! ¿Quieres convertirte tú en uno/a? Eso sí, para hacer frente a los posibles ataques, necesitarás primero saber cuáles son los principales tipos de amenazas informáticas a los que se enfrentan empresas y profesionales de este entorno. ¡Sigue leyendo para conocerlas todas y convertirte en un samurái de la seguridad en la red!

Además, te adelantamos que, para crear una estrategia de protección que detecte las vulnerabilidades de cualquier sistema informático, necesitas una formación especializada.

Spam, uno de los tipos de amenazas informáticas más común

El spam es uno de los métodos más comunes y utilizados por los ciberdelincuentes para que el usuario/a pinche en algún enlace que afecte al sistema. Este procedimiento permite recoger datos personales de la víctima para utilizarlos para realizar suplantaciones de identidad o venderlos a terceras personas.

El spam no solo es una molestia, sino que también puede ser un vector para la distribución de malware y otras amenazas. Además, los spammers suelen emplear técnicas de ingeniería social, engañando a los destinatarios y que abran archivos adjuntos o hagan clic en enlaces peligrosos.

Para protegerse contra el spam, es importante utilizar filtros efectivos, no abrir correos de desconocidos y evitar hacer clic en enlaces sospechosos.

Malware, un tipo habitual de amenaza informática

Otro de los principales tipos de amenazas informáticas que te puedes encontrar como profesional de la ciberseguridad es el malware o software malicioso. Este término hace referencia y agrupa dentro de sí a todos los programas o códigos que son dañinos para el sistema del ordenador víctima del ataque.

Virus informático

El virus informático se debe a un código que infecta a un programa y que se copia a sí mismo. De esta forma se extiende y afecta a otros archivos. Es importante que sepas que los virus solo pueden funcionar gracias a una persona que los active.

El resultado de este tipo de amenaza varía en función de su fuerza. En algunos casos no supone ningún problema importante, mientras que en otros puede dañar el hardware y el software. En estos últimos supuestos, pueden provocar importantes consecuencias económicas sobre la compañía o persona afectadas.

Secuestro de información: ransomware

El ransomware es un ciberataque en el que un software malicioso secuestra información a través del encriptado del contenido de un disco duro o de una unidad.

Para recuperarla, el ciberdelincuente suele solicitar la realización de un pago con criptomoneda. Suelen elegir este tipo de pago porque es una forma de recibir la cuantía y no dejar rastro.

Phishing, otro tipo de ciberamenaza

Otro método empleado por los ciberdelincuentes es el phishing. Este sistema imita un correo de una compañía que el usuario conozca para que este piense que es verdadero y comparta, a través de este, información de tipo personal y bancaria.

Los ataques de phishing suelen llegar en forma de correos electrónicos, mensajes de texto o sitios web falsos que imitan a organizaciones confiables.

El objetivo de este tipo de ataque informático es engañar a las víctimas para que revelen datos sensibles como contraseñas, números de tarjetas de crédito o información bancaria. Para protegerse, es crucial verificar la autenticidad de las comunicaciones, no hacer clic en enlaces sospechosos y utilizar autenticación de dos factores cuando sea posible.

Man-in-the-middle (MITM)

El ataque Man-in-the-Middle (MITM) es una amenaza informática en la que un atacante se interpone en la comunicación entre dos partes, interceptando y pudiendo llegar a manipular la información transmitida.

Es un tipo de ataque particularmente peligroso porque permite al atacante:

  • Interceptar datos confidenciales como credenciales de acceso, información financiera y comunicaciones privadas.
  • Suplantar la identidad de una de las partes en la comunicación.
  • Manipular el tráfico interceptado, ya sea para escuchar la comunicación o para modificar la información transmitida.

Gusano, una ventana al colapso

Los gusanos informáticos no necesitan de acción humana para activarse, a diferencia del virus, ni requieren adjuntarse a programas o archivos para su distribución; sin embargo, pueden hacer mucho daño en los sistemas en los que empiecen a tejer sus hilos. Su trabajo se limita a copiarse a sí mismos y extenderse en la red.

De este modo, producen el colapso de ordenadores y servicios, provocando déficits de productividad en las empresas, puesto que los sistemas pueden verse ralentizados. Estas ofensivas suponen además una oportunidad para controlar los ordenadores mediante bots que lancen ciberataques, entre otras múltiples acciones.

Ataques de denial of service (DoS)

Un ataque DoS busca interrumpir un servicio en línea sobrecargando sus recursos, haciéndolo inaccesible para usuarios legítimos. Esto puede causar pérdidas económicas y daños a la reputación de las organizaciones.

Los ataques DDoS, su variante más peligrosa, usan redes de dispositivos infectados para maximizar el impacto.

La protección contra estos ataques incluye el uso de herramientas como firewalls avanzados y servicios de mitigación de tráfico malicioso, diseñados para filtrar solicitudes dañinas antes de que estas penetren en el sistema.

Ataques de ingeniería social

La ingeniería social es uno de los tipos de amenazas informáticas que manipulan a las personas para obtener información confidencial, como contraseñas o datos bancarios, mediante tácticas como el phishing o el pretexting. Estos ataques explotan la confianza o el desconocimiento de las víctimas, superando barreras técnicas.

Para prevenirlos, es clave educar a los usuarios sobre señales de alerta y usar medidas como la autenticación multifactor. Por su parte, las organizaciones deben reforzar la seguridad para limitar el impacto si ocurre un ataque.

Robo de identidad

El robo de identidad consiste en usar información personal de una víctima para cometer fraudes, como transacciones no autorizadas o apertura de cuentas. Puede tener consecuencias graves, tanto financieras como legales, para la víctima.

Prevenirlo implica utilizar contraseñas fuertes, monitorizar cuentas financieras y emplear servicios de protección de identidad. Las empresas deben proteger los datos de sus clientes mediante cifrado y políticas estrictas de seguridad.

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