Los cambios constantes tecnológicos y empresariales hacen necesario nuevos métodos de gestión de proyectos. Las metodologías ágiles permiten adaptar y ofrecer soluciones mejoradas analizando constantemente los resultados. Si no las conoces, te las explicamos en este artículo. 

¿Qué y cómo son las metodologías ágiles?

Las metodologías ágiles son innovadoras formas de trabajo que sirven para fragmentar los proyectos y por tanto darles una mejor solución.  Podemos definirlas también como un conjunto de tareas para gestionar esos proyectos. Con las metodologías ágiles las necesidades y las soluciones del proyecto evolucionan con el paso del tiempo gracias al trabajo de grupo multidisciplinares. 

Estas metodologías no solo suponen una nueva forma de trabajar, sino que son en sí una nueva filosofía empresarial. Permiten organizarse y trabajar de forma innovadora, trocear cada proyecto en partes pequeñas para complementarse y poder ser entregado a tiempo. 

El objetivo es desarrollar productos y servicios que cubran las necesidades de unos clientes que cambian constantemente. 

En contraposición a las metodologías más tradicionales, las ágiles no tienen por qué definir al inicio el proyecto total si no que permiten que se va definiendo a medida que se desarrolla. Esto evita que haya que hacer una gran planificación y que el proyecto pueda cambiar o mejorarse gracias al feedback constante del cliente. 

Origen y evolución de las metodologías ágiles 

Las metodologías ágiles tienen su origen a finales de los años 70 cuando los desarrolladores de software observaron que la forma tradicional de trabajo retrasaba mucho la entrega del producto final. Los procesos entonces se basaban generalmente en contrato cerrado, con escasa comunicación de los trabajadores, y por tanto el producto o servicio final entregado no era de buena calidad. 

La crisis del software de esta época trajo nuevas estrategias y metodologías para el desarrollo de los procesos, pero la complejidad o singularidad de cada proyecto hacía que las estimaciones tuviesen errores.

 En 1986, Ikujiro Nonaka y Hirotaka Takeuchi, elaboran un concepto o forma de trabajo en la que las personas implicadas trabajan con el mismo método de los jugadores de rugby. Estos se enfrentan a las melés (scrum) de una manera decidida y empujando unidos. 

En 1995 se instaura este método en la industria del software y se empiezan a mencionar los proyectos scrum. Los proyectos scrum acepta y no rechaza los cambios que puedan sufrir algunos proyectos y así se evita la incertidumbre.

El entorno tecnológico actual es inestable, cambiante, veloz y adaptarse es la mejor opción, algo que permiten las metodologías ágiles.

En el 2001 los CEO de las principales empresas de software en Utah pusieron en común las mejores prácticas de cada compañía y crearon el ‘Manifiesto Agile’. Este modelo permite una mejorar el resultado y evitar la dispersión centrando la atención en las tareas. 

El manifiesto agile se basa en una serie de ejes fundamentales. El individuo se sitúa delante de los procesos y es lo más importante en esta metodología. Se le da más valor al producto o software que funciona que a la documentación del proceso. Se valora también mucho más la colaboración con el cliente que la negociación del contrato y por último el plan ha de responder siempre a los cambios que puedan ir surgiendo dejando un poco de lado al ideal inicial si es necesario.

Tipos de metodologías ágiles

Existen diversos tipos de metodologías ágiles, todas comparten la misma filosofía, pero es importante analizar cómo es el proyecto en sí para elegir el método más adecuado a cada uno.

Según datos del Project Management Institute, el 71 % de las organizaciones en el mundo ya utilizan Agile en alguna de sus variantes. La cultura agile se materializa en diferentes metodologías, como Scrum, XP (Extreme Programming), Kanban, Lean, Crystal o FDD, según el área en la que se apliquen.

Vamos a hablar de tres de los tipos más destacados de metodología agile. 

1.- El método lean se centra en eliminar todo lo innecesario que no se traduzca en beneficio, optimizar los procesos y limitar interrupciones. Se piensa a largo plazo y de forma global, se busca la calidad total para corregir errores que puedan ir apareciendo. Este método lean se basa en el aprendizaje constante y en aceptar los cambios que puedan ir apareciendo. Se aplica de forma rápida y con la atención puesta en las personas y no solo en el producto. Se busca la mejora constante y motivar en todo momento al equipo de trabajo.

2.- El método scrum es el más aplicado y se centra en buscar los problemas que lastran la productividad para ser más productivos. 

Sus principios se basan en las acciones de inspección cortas ligadas a un producto entregable. El cliente y el equipo puedes opinar y analizar cómo se está desarrollando el trabajo en cada momento con interacciones cada semana. 

El método scrum permite autoorganizarse, prioriza lo realmente importante y establece un ritmo de trabajo para que los tiempos de entrega, la optimización de los procesos y a la organización del equipo sean más predecibles y sencillos.

3.- Por último, el método Kamban es original de Japón y se basa  en tarjetas visuales. Esto permite detectar a simple vista se en qué punto se encuentra el proceso si se están produciendo atascos. Es un método muy flexible y útil en la resolución de incidencias.

Simplifica la planificación y la forma de asignar responsabilidades. En un tablero se representan los procesos del flujo de trabajo, con tres columnas (pendiente, en Progreso y terminado). 

Ventajas de las metodologías ágiles

Aplicar metodologías ágiles en una organización trae consigue una serie de ventajas para la cultura empresarial y para el rendimiento y productividad de esa empresa. Estas son algunas de las más importantes.

  • Equipos más fuertes. La metodología agile permite trabajar en grupo y resolver problemas juntos por lo que se refuerzan los vínculos y se construyen equipos más fuertes y seguros capaces de afrontar los desafíos y de lidiar con el cliente proponiendo soluciones efectivas.
  • Mayor compromiso.  Con estos métodos se empodera a los trabajadores, se tiene muy en cuenta sus decisiones y por tanto el compromiso para alcanzar las metas de la organización es más fluido por parte de ese equipo de trabajo.
  • Mejora continua. Este método de trabajo permite que todos los implicados sean capaces de identificar necesidades, vacíos o tareas no eficientes en el método de trabajo. Por tanto, se aplican mejoras en los sistemas de trabajo de forma constante.
  • Más satisfacción. Si el equipo está más motivado, se implicará más en el proyecto y como consecuencia el nivel de satisfacción subirá y el resultado será mejor. 
  • Retención del talento. Las metodologías ágiles permiten construir un ambiente de trabajo con más motivación y con logros alcanzables por lo que el talento se va a quedar más fácilmente en la organización. 
  • Mejora en la resolución de problemas. En esta metodología los equipos están capacitados para resolver problemas todo el tiempo y esta capacidad hace que se enfoquen a la búsqueda continua de soluciones. 

¿Cómo aplicar las metodologías ágiles?

Las metodologías ágiles se pueden aplicar a empresas de todos los tamaños. Lo básico para su implementación es crear equipos que trabajen de forma directa con el cliente y de forma autogestionada. Es fundamental que el responsable ceda el control del proceso a los equipos de trabajo y se centre en el desarrollo de un clima laboral y condiciones adecuadas para que actúen con la mayor autonomía posible.

Los equipos ágiles realizan sesiones diarias en las que cada miembro tiene que explicar tres cosas: qué tareas ha completado, cuáles va a hacer y señalar los impedimentos que no le han permitido avanzar. La finalidad de estas estas reuniones llamadas ‘dailys’ es que todos los miembros del equipo sepan en qué punto de trabajo está cada uno además de saber cómo pueden colaborar para que el proyecto avance.

Por tanto, empoderar a los equipos de trabajo es la base fundamental para poder instalar un método ágil en la empresa.

La idea es que cada empleado sea el propio CEO del producto o servicio en el que trabaja, implicándose en el proyecto y ofreciéndole soluciones al cliente. 

 Una organización con esta metodología se convierte en una organización más sostenible, productiva y con mayor interacción y con equipos de alto rendimiento que permiten llevar a cabo un trabajo competente y muy eficaz.

En la aplicación de las metodologías ágiles es importante también el proceso previo de aprendizaje que se basa en el “learn by doing”. Desde el comienzo se añade valor a los proyectos y se ofrece una versión del producto final que podría ser lanzado para su comercialización, aunque le falten funciones o características. Esto garantiza que parte de la inversión pueda ser rentabilizada, aunque finalmente se cancele.

Existen organizaciones que cuentan con una cultura agile desde el comienzo, es decir que son nativas. Otras realizan diferentes recorridos hasta implantar la cultura agile en su sistema de trabajo. Este recorrido puede ser inclusivo, es decir, que implica el compromiso de toda la organización para ser ágiles, paso a paso, que incluye un abordaje más moderado y sistemático y emergente que constituye una metodología ascendente.  

Aunque existan organizaciones ágiles nativas, la mayoría debe realizar un proceso de transformación para lograr sumergirse en esa cultura agile. Es una transformación que tiene una serie de elementos comunes a lo largo de esa transformación. El más importante es realizar un esfuerzo por definir la aspiración, diseñar y realizar pilotos del nuevo modelo operativo. 

Antes de esta metodología, una empresa desarrollaba un proceso lineal que podía tardar uno o dos años en entregar un producto. Esto implicaba el riesgo de no adaptarse a la demanda del cliente. Esto no ocurre en la cultura agile donde además se emplean equipos multidisciplinares que trabajan juntos durante todo el proceso.  Esta forma de trabajar junto con las entregas más rápidas, tempranas y frecuentes. Esto hace que el producto desarrollado con tecnología agile sea justo el que el mercado demanda. 

 

Ahora ya conoces qué son las metodologías ágiles y cómo pueden ayudar a una empresa a crecer y mejorar. Si necesitas aplicarlas has de formarte para ello y hacerlo con un curso de marketing digital como los de Tokio School te permitirán aplicarlas y conseguir mejores resultados para clientes. ¿Comenzamos?